Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos. Y comieron todos, y se saciaron. Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces. Y los que comieron eran cinco mil hombres. Marcos 6:41-44.

En nuestro episodio evangélico de hoy, Jesús se ha reunido con una multitud de miles de personas hambrientas a las que no quiere despedir sin antes darles de comer. Los discípulos le entregan un poco de alimento que tenía un chiquillo, y entonces, con sencillez confiada en el amor y el poder de su Padre celestial, “tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes” (vers. 41). Luego, empezó a repartir esos sencillos alimentos entre los discípulos, y estos entre la multitud, y milagrosamente sucedía que nunca las manos de Jesús estaban vacías, ni las de los discípulos, ni las de las hambrientas personas que estaban gozando de ese festín celestial.

¡Qué maravilloso! El Dios del universo, el que creó de la nada los miles de millones de planetas, estrellas, constelaciones y galaxias, quien “dijo, y fue hecho… mandó, y existió” (Sal. 33:9), ahora “descorre el velo que separa el mundo visible del invisible”, como diría la gran escritora cristiana Elena de White, y muestra las posibilidades infinitas de Dios, que también son nuestras cuando estamos en relación íntima con él, y nos confiamos a su cuidado y a su amor. Jesús, Dios encarnado, puede sacar “de la galera” todo lo que necesites para vivir y para ser feliz. ¿Te falta trabajo? ¿Tu economía es muy escasa, y te preocupan las cuentas por pagar, a pesar de que eres una persona trabajadora y responsable en lo económico? (Esto no vale para los holgazanes, negligentes y derrochadores.)

Muchos creyentes pueden contarte cómo, cuando parecía que ya no había posibilidades de salir de algún apremio económico, o cuando ya no tenían nada para poner delante de sus hijos para comer, Dios envió providencialmente lo necesario para alimentarlos. Confía hoy en el Soberano del universo, que tiene recursos infinitos, en su omnipotencia, para suplir todas tus necesidades, incluso las económicas.

 Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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